martes, 29 de abril de 2014

mi hermana y yo




con mi hermana nos gustaba imitar a nuestros padres. era el juego preferido de ambos, ya que nos permitia usar la ropa de ellos, fantaseando con una vida preparada para hacer lo que nos pareciera. nos internabamos en el cuarto matrimonial, siempre cuando nuestros padres se ausentaban de la casa, por trabajo o diligencias. comenzabamos desesperados a buscar en las cajoneras todo lo que podriamos usar, siempre frente al espejo, peleandonos el espacio mas grande para reflejarnos mejor. hasta que por fin lograbamos un atuando perfecto, que incluso parecia hecho a nuestra medida: mi hermana con esa camisa negra de mi padre dentro de un pantalon café y yo cubierto solo por un largo vestido sedoso de mi madre, color lila y con pequeños detalles fucsia.
mi hermana me pintaba la boca y lo hacia despacito para que quedara igual a la mamá. me decia que los labios se me parecian a los de ella. nunca me pintaba los ojos porque era lo mas dificl para quitar luego y nos podrian sorprender facilmente. entonces bajabamos al comedor y mi hermana cambiaba la voz para asimilarse aun mas al papá. se sentaba con las piernas muy abiertas y me miraba con dureza mientras yo cruzaba las piernas bajo la seda fria del vestido y agudizaba la voz, hablando bajito. de repente, mi hermana se ponia de pie y me tomaba bruscamente de un brazo; me decia que estaba rica, que en el trabajo habia pensado mucho en mi... yo solo lo seguí hasta el sillon y me extendí bajo su cuerpo robusto y endurecido. el me chupaba el cuello con suavidad en un principio, pero bastaba con mi perimer gemido para que su fuerza se incrementara y llegase casi a marcarme la ruta de su lengua en todo mi cuerpo, con el vestido ya en el suelo, sobre la camisa negra en un rincon. casi lograba sentir su barba, pero no era nada mas que su cabello tapandole la cara.

una vez, mi hermana y yo nos duchamos juntos. ella solo tenia puesto un calzon y yo simplemente nada. le pregunté que por qué usaba eso si ya nos conociamos enteritos. ella solo sonrió y me dijo que para que yo se los quitara. entonces aprendí que la ropa igual sirve para calentarse un poquito. no verla del todo era mas interesante que tenerla desnuda completamente, por lo que despacio le quité el calzon y le dige que me hablara como el papá le habla a la mamá. entonces nos adherimos al azulejo de la pared, confundiendo nuestras voces con el chorro eterno de agua, mientras ella me mordia la oreja izquierda igual que el papá a la mamá cuando estan cariñosos.

mi hermana una vez me dijo que ya no queria ser el papá; que mejor queria ser un hombre desconocido que me violaria. yo acepté su juego, sobre todo cuando me dijo que yo seria una mujer callejera con las medias de mi mama y ese extraño pijama transparente. solo nos bastó apagar las luces y el callejon se volvió peligroso para una mujer solitaria tan ligera de ropa, siendo hace minutos perseguida por los mismos pasos firmes. de pronto el atraco y la tragedia se volvia placentera.

mi hermana y yo quisimos en algun momento cambiarnos el cuerpo, y empesamos por intercambiar ropa y juguetes. fantaseabamos que alguna vez ibamos a tener lo que tanto deseabamos. mientras, reinventabamos nuestros personajes: ya no eramos solo nuestros padres ni el violador y la callejera, luego fuimos simplemente nosotros dos pero intercambiados y a veces los compañeros que en el colegio nos gustaban. pero siempre imitar a nuestros padres fue el juego preferido.

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