martes, 29 de abril de 2014

aceite de verano



A Sandra  y a mí no nos gusta la playa, menos Reñaca.  La gente intenta imitar el verano de otra parte del mundo y se obligan a parecer figuras de bronce. Nosotros huimos del sol. A penas nos asomamos durante el día. Sandra y yo preferimos el sexo con nuestros clientes antes que fingir con aceite en el cuerpo tirado sobre arena. Una vez hicimos un trio con un tipo que quería masajes. Ella es la experta en masajes y yo en relatos. Así que mientras Sandra le pasaba sus manos por el cuerpo, yo le contaba lo entretenido de la playa en las noches. Tenía la espalda hirviendo y bastante roja. Nos decía que se había quedado dormido bajo el sol. Le pedía que lo tocara más fuerte, que no importara lo delicado de la quemadura. Sandra me miró y supimos de inmediato que nuestro cliente no quería masajes, que no se había quedado dormido accidentalmente, que era un adicto al dolor y que seguramente lo que menos buscaba era aliviar su espalda. Las uñas de Sandra son magnificas. Siempre se las pinta de azul. Se las cuida bastante para mantenerlas firmes y afiladas. Yo puse música. Dejé que sonara fuerte nuestro disco preferido de Manson y le dije al oído que le daríamos los masajes que realmente buscaba. El aceite que Sandra esparcía sobre la espalda se chorreaba por los costados del cuerpo y caía hasta el suelo. A ella le fascina maltratar a sus clientes y sabe que la abundancia de líquido sobre la piel hace más intenso cada golpe. El espectáculo del chorreo y las gotas salpicando por todos lados es lo que más queríamos ver. Comenzó a pasar sus uñas lentamente.  La piel hirviendo del hombre parecía resentirse de inmediato y Sandra las clavo con todas sus fuerzas para luego arrastrarlas por toda la espalda. Eran diez líneas rojas que dividían a nuestro cliente. La cara de Sandra no expresaba nada más que satisfacción y el cliente sólo gemía pidiendo que no le tuviéramos piedad, que se había portado muy mal en la playa, que necesitaba redimirse. Entonces quise sacar la varilla que una ex colega nuestra nos regaló antes de irse. Manson cantaba some of them want to use you, some of them want to get used by you. some of them want to abuse you. some of them want to be abused. Entonces la  agarré con mucha fuerza y, mientras Sandra vertía más aceite, lancé los tres primeros varillazos de la tarde, del verano entero. Lo seguimos atendiendo hasta que nos regresamos a Santiago.

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