A
Sandra y a mí no nos gusta la playa, menos Reñaca. La
gente intenta imitar el verano de otra parte del mundo y se obligan a
parecer figuras de bronce. Nosotros huimos del sol. A penas nos
asomamos durante el día. Sandra y yo preferimos el sexo con nuestros
clientes antes que fingir con aceite en el cuerpo tirado sobre arena.
Una vez hicimos un trio con un tipo que quería masajes. Ella es la
experta en masajes y yo en relatos. Así que mientras Sandra le
pasaba sus manos por el cuerpo, yo le contaba lo entretenido de la
playa en las noches. Tenía la espalda hirviendo y bastante roja. Nos
decía que se había quedado dormido bajo el sol. Le pedía que lo
tocara más fuerte, que no importara lo delicado de la quemadura.
Sandra me miró y supimos de inmediato que nuestro cliente no quería
masajes, que no se había quedado dormido accidentalmente, que era un
adicto al dolor y que seguramente lo que menos buscaba era aliviar su
espalda. Las uñas de Sandra son magnificas. Siempre se las pinta de
azul. Se las cuida bastante para mantenerlas firmes y afiladas. Yo
puse música. Dejé que sonara fuerte nuestro disco preferido de
Manson y le dije al oído que le daríamos los masajes que realmente
buscaba. El aceite que Sandra esparcía sobre la espalda se chorreaba
por los costados del cuerpo y caía hasta el suelo. A ella le fascina
maltratar a sus clientes y sabe que la abundancia de líquido sobre
la piel hace más intenso cada golpe. El espectáculo del chorreo y
las gotas salpicando por todos lados es lo que más queríamos ver.
Comenzó a pasar sus uñas lentamente. La piel hirviendo
del hombre parecía resentirse de inmediato y Sandra las clavo con
todas sus fuerzas para luego arrastrarlas por toda la espalda. Eran
diez líneas rojas que dividían a nuestro cliente. La cara de Sandra
no expresaba nada más que satisfacción y el cliente sólo gemía
pidiendo que no le tuviéramos piedad, que se había portado muy mal
en la playa, que necesitaba redimirse. Entonces quise sacar la
varilla que una ex colega nuestra nos regaló antes de irse. Manson
cantaba some
of them want to use you, some of them want to get used by you. some
of them want to abuse you. some of them want to be abused. Entonces
la agarré con mucha fuerza y, mientras Sandra vertía más
aceite, lancé los tres primeros varillazos de la tarde, del verano
entero. Lo seguimos atendiendo hasta que nos regresamos a Santiago.
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