martes, 29 de abril de 2014

en la cara y otras superficies -parte 1



No suelte el teléfono. Yo estoy encerrado en mi dormitorio. No se preocupe por mis padres; ellos duermen ya a esta hora y le hablaré bajito. Me gusta su voz. Me gusta que respire en mi oreja. No cuelgue. Si se corta, yo lo volveré a llamar. Dígame nomás si le estoy aburriendo. Dígame si ya le dio sueño. No quiero hablarle y hablarle mientras usted ronque allá en su cama. Póngase cómodo, yo ya lo estoy. He apagado todas las luces, la ventana la tengo un poquito abierta; hace tanto calor esta noche y prefiero acostarme sin ropa, sin taparme. ¿Usted también? Me gusta que me diga así. Camilito suena tan tierno pero sexy cuando me lo dice despacio. ¿A usted le gusta que lo trate de usted? Yo me lo imagino grande. A veces me pongo a pensar en su voz y a partir de eso comienzo a imaginármelo a usted. No. Esta vez no le contaré cómo me lo imagino. Pero creo que es muy grande y fuerte. Tiene voz de hombre fuerte. ¿Yo? Usted ya ha visto mis fotos, no hace falta que me describa más. Dígamelo de nuevo. Sí, me gusta que me llamen así; el otro nombre es feo y nunca lo decidí yo. Dígame nomás cuando le de sueño. Yo no sé si le vaya a gustar lo que le contaré hoy. Ojalá disfrute y quiera llamarme mañana. ¿Quiere ya que comience? No diga nada y escuche. A mi su respiración al teléfono me estimula bastante la memoria. Lo recuerdo todo muy bien. Sé que le gustará esta historia. Una vez me pidió que le contara algo así. No se me ha olvidado. Siempre he querido relatarle esto. Siento que sólo usted puede comprender y disfrutar al igual que yo. Ya no será un recuerdo mio. Usted podría pensar que estoy un poco mal de la cabeza, pero no importa; sé que le gusta que lo esté. ¿Por qué creo eso? Muchos me han dicho que no es normal que me guste mi padre. Que me haya masturbado por primera vez espiándolo en el baño. Sí. Hasta hace poco lo espiaba. Era fácil hacerlo. Sólo hacia agujeros en paredes y puertas. Los hacia con cuidado para que no se dieran cuenta. Y recuerdo que eyaculé sobre la puerta del baño. No soporté el calor entremedio y sin darme cuenta ya tenia todo mojado. No. No me pilló. ¿Por qué? ¿A usted le habría gustado que su hijo lo deseara así? Vaya, que bien saberlo. Pero no le contaré sobre mi padre y lo mucho que he fantaseado con él. No. No se enoje. Quédese al teléfono. Le voy a contar algo sobre mi semen y las distintas superficies donde lo he dejado. ¿No le interesa? Usted siempre me ha dicho que le gusta imaginarme acabando sobre su cara. Sí, recuerdo. Entonces le gustará saber todo lo que  he acabado sobre otras caras y más superficies. Como, por ejemplo, con mi primo mayor. Juan se llama. Tiene 22 años ahora y a sus 18, cuando yo tenía 15 años, me encerró en el baño de su casa y me mostró su pene. Él siempre jugaba futbol y yo lo iba a ver a la cancha. En esa época vivíamos en el mismo barrio y todos sabían ya que a mi me gustaban los hombres. Me molestaban poco porque el Juan era muy agresivo y me defendía siempre. Una vez me invitó a fumar pitos a su casa porque estaba solo y yo acepté, aun que en esa época tampoco fumaba pitos, ni si quiera cigarros. Pero el Juan me gustaba y yo presentía que algo iba a pasar. Fue después de un partido de futbol. Recuerdo que su short era el más corto de todos y las piernas peludas le sudaban bastante. Estaba con las rodillas heridas y la camiseta llena de barro hecho por el polvo y su transpiración. De reojo le miraba el bulto que se le asomaba en su short. Me imaginaba acercándole mi nariz y olfatear. Me imaginaba que tendría el mismo olor que mi papá deja en su ropa interior sucia. Me lo imaginé hasta que cerró la puerta de la casa y me dijo que a él también le gustaban los hombres. Sí, es real, créame. Usted sólo escuche. Sí, yo también me caliento. Hágalo, nomás. Mientras le cuento, hágalo y yo seguiré. Así que también le gustaban, pero chicos, me dijo, chicos y flacos como yo. Sólo sé que comencé a temblar entero y un torbellino se me hacia en la guata. Sabia que iba a cumplir mi sueño ahí mismo con él, pero no sabia por dónde empezar. El Juan sólo se bajó el short y me dijo que se la chupara. No se lavó nada. No se limpió si quiera un poco. Me tenia arrodillado entre sus piernas y apenas pude abrir mi boca para meterme el gran pene que tenia. Era un olor distinto al de los calzoncillos de mi papá. Su olor era más intenso y me enloquecía bastante. Recuerdo que me lloraban los ojos y apenas tenia la punta entre mis labios. Recuerdo que no me estaba tocando nada y ya sentía que iba a estallar de semen. Él me puso de pie y me pidió que acabara en su boca. Me lo pidió casi como un favor. Yo no respondí nada, pero él suponía que yo quería todo lo que él quisiera. Entonces se arrodilló y, como yo soy pequeño, inclinó su cabeza hasta abrir su boca con mi pene adentro. No tardó nada en dejarme explotar y sentir que me iba a desvanecer. Fue un pez su lengua rodeándome el pene. Era veloz y muy tibio. Yo vi que era tanto lo que salía de mí que se le escapaba entre los labios. Como los vampiros cuando beben sangre y una línea roja se les asoma, a Juan se le asomaban gotas blancas mías y luego se las tragó. Se las tragó mirándome los ojos. No se levantaba y yo no me movía nada. Tenía vergüenza y estaba en blanco. Me dijo que era delicioso mi sabor, me dijo que era un egoísta porque nunca quise compartir con él todo eso y me besó el ombligo muy contento. Lo vi levantarse enorme frente a mí y me dijo que fuera a ducharme, que él iría pronto. Yo no sabia que decirle y me fui directo al baño. Cuando largué el agua y cerré la cortina, me di cuenta que aun tenia muy duro y rojo mi pene. Apenas me tocaba sentía que iba a estallar. Y estaba un poco cansado. No había hecho nada y me sentía muy cansado. Esa vez fue la primera y ultima en tocar a mi primo. Luego se fue de la ciudad por el servicio militar y no lo vi más. Así que quise probar con mi hermano menor. Son muy parecidos los dos. Es menor que yo, pero siempre se ha visto mayor. Tiene el cuerpo más grande y dormía conmigo en ese tiempo. ¿Cómo? ¿En serio? Me alegra saberlo. Eso significa que le gustó mucho lo que le conté. Que rico saberlo. Me hubiese gustado verlo ¿Y fue harto? Sí, yo también chorreo harto cuando estoy muy caliente. Entonces lo de mi hermano se lo cuento mañana ¿Me llamará mañana? Muy bien. Lo esperaré mañana, entonces. Sí.  A esta misma hora, bueno. No, no se preocupe. Prefiero así, sino, le habría contado todas las historias altiro y mejor que vayamos de a una. Sí, como las Mil y una Noche. Está bien. Lo comprendo. Nos quedan 999 noches aun, así que tranquilo. Gracias, usted también. Que descanse. Sueñe conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario